domingo, 7 de febrero de 2010

Suerte, deseos y estrellas fugaces

No puede decirse que yo sea una persona supersticiosa. De hecho, los que me conocéis sabéis que la verdad es todo lo contrario. Toda mi experiencia me dice que la buena o mala fortuna de alguien en un momento determinado se debe a un conjunto de causas que pueden, o no, ser rastreadas hasta un posible origen. En el segundo caso, es cuando uno hablaría de "aleatoriedad". Por ello, que la buena o mala suerte de alguien se deba a algún tipo de bendición o maldición, que determinada persona o institución tenga una capacidad intrínseca para atraer sucesos beneficiosos por algún medio sobrenatural, que por romper un espejo o pasar bajo una escalera uno vaya a sufrir desgracias, o que frotar un boleto de lotería en la calva de un señor vaya a aumentar sus probabilidades de salir premiado es algo que no encuentra justificación racional en mi mente.

¿Por qué? Depende de qué entienda uno por "suerte". Cuando yo digo que algo es una suerte, generalmente me refiero a que tenía una probabilidad baja de suceder, y sin embargo ha ocurrido. Y para favorecer que algo suceda, lo mejor que se podría hacer es actuar de alguna forma aumentando esa pequeña probabilidad a un nivel más alto. Para ello, obviamente el acto que se realice debería tener algún tipo de relación causal con el suceso que se quiere favorecer. ¿Cómo podría aumentar las probabilidades de que ocurra si lo que hagamos no tiene ninguna relación con ese evento? Hasta donde yo sé, no se ha demostrado que el frotar un boleto de lotería haya aumentado por encima del ruido estadístico la frecuencia con que sale un número, ni que la rotura de un espejo haya provocado a alguien siete años de desgracias fuera de lo que habría ocurrido de forma normal, por seguir con esos ejemplos. Ni qué decir tiene que no hay mecanismos plausibles por los que estas dos cosas puedan afectar de alguna forma al resultado.

Pero no obstante, deben de haber sido muchos miles las veces que he deseado buena suerte a alguien, como se puede atestiguar, y si uno lo piensa esto puede ser contradictorio con lo que he contado arriba. ¿Cómo puede el decir "buena suerte" o "muchísima suerte" tener algo que ver con la fortuna de la persona en lo que vaya a hacer de ahora en adelante? La respuesta es fácil: apenas tiene influencia. El decirlo no aumenta automáticamente las posibilidades de éxito como por arte de magia. ¿Significa esto que la considero una expresión vacía? ¿Algo que digo a la gente, sabiendo que no tiene efecto, porque es una mera convención social? Mi respuesta aquí es clara: en absoluto. Cuando le digo buena suerte a alguien, lo que estoy haciendo en realidad es expresarle mis sinceros deseos de que esa probabilidad de éxito en lo que fuera a hacer sea realmente más alta de lo esperado. Le estoy diciendo que me gustaría que consiguiera realizar esa tarea. Y lo digo de verdad. De hecho es probable que al mostrarle mi apoyo con esta expresión los ánimos de esta persona mejoren, lo que podría, efectivamente, aumentar las posibilidades de que lo logre.


Y habiendo mencionado el tema de los deseos, aprovecharé para comentar un detalle de mí que es menos conocido. Y es que pido deseos con las estrellas fugaces. No es broma, lo he hecho más de una vez. Antes de decir por qué, recalcaré que las cosas en las que creo suelen tener razones sólidas (susceptibles de ser desterradas por argumentos convincentes), y que suelo actuar consecuentemente al respecto. Viendo todo lo que he escrito en este texto, uno puede seguir el mismo razonamiento para preguntarse por qué lo hago. Parece evidente que pedir un deseo cuando pasa una estrella fugaz no va a hacer que éste se cumpla, ya que es difícil, si no imposible, encontrar una relación causal entre ambas cosas. ¿Puede que el pedir el deseo tras contemplar el meteoro me insufle ánimos que me den fuerzas para conseguirlo? Es una posibilidad, pero parece algo cogido por los pelos. Además esto descarta poder desear algo sobre lo que no se tiene control. No, no son éstos mis motivos.

Falling star

Pero pensad por un momento: en el supuesto de que estos deseos sí se cumpliesen… ¿qué pediríais? Ésta es una pregunta interesante. Si se diera la oportunidad, ¿pediría lo primero que me viniese a la cabeza? No lo consideraría sensato. Puede que realmente fuera algún capricho, que a la larga causara más mal que bien. O que fuera algo relativamente fácil de conseguir por otros medios, de modo que el deseo se habría desperdiciado. No, tiene que ser algo más importante. Desde que me paré a pensar en esto, lo considero un ejercicio bastante interesante. Uno empieza a pensar sobre sus prioridades, que a veces acaban reorganizadas. Se da vueltas a lo que uno querría realmente, o incluso de qué formas podría conseguirse. Si las condiciones son las adecuadas, una lluvia de estrellas puede ser una buena ocasión para reflexionar sobre estas cosas, que pueden convertirse en una motivación extra para tratar de ver más meteoros. ¿Qué mejor momento para dedicarse a este tipo de pensamientos que estando tumbado en la noche, relajado, contemplando el cielo lleno de estrellas, y asombrándose de vez en cuando de cómo un minúsculo grano de polvo con la velocidad suficiente puede crear tal efímero pero llamativo espectáculo? En mi opinión, no hay ningún otro…


7 comentarios:

  1. Tendré en cuenta esta reflexión la próxima vez que vea una lluvia de estrellas :)

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  2. Yo creo que muchas cosas importantes que nos ocurren son totalmente aleatorias, inesperadas, impredecibles y dificilmente rastreables hasta su origen.

    Ahora me estoy leyendo un libro sobre eso que te recomiendo, 'El Cisne Negro'.

    Yo he pensado muchas veces en eso, y la verdad, es que muchas cosas importantes en mi vida han sido cuestion de estar en el momento adecuado en el sitio adecuado.
    Saludos

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  3. Supongo que esa imposibilidad de rastrear las causas en muchísimos casos es lo que llevó en un principio a la creación del concepto de la suerte :)

    Yo de todas formas sí consigo normalmente ver más o menos por qué sucede lo de mi alrededor, claro que tampoco me dedico a averiguar las causas últimas, sino más de modo orientativo.

    Gracias por los comentarios :)

    Saludos!

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  4. Yo también pido deseos a las estrellas fugaces... Es un acto posiblemente ingenuo, que no sirve realmente para nada, pero si el deseo es para uno mismo probablemente te lleve a intentar con más empeño llevarlo a cabo, por más imposible que pueda parecer, te puede hacer sentir una motivación que antes no tenías y de ahí, quizás, que lo consigas.
    Coincido también en que pedir un deseo no es algo que se deba hacer a la ligera. La última vez que pedí un deseo (para mí) a una estrella fugaz, se cumplió, y además enseguida... y no tardé mucho más en arrepentirme de haberlo pedido...
    ¿Si se hicieran realidad, qué pediría? Supongo que tendría que meditarlo con mucho cuidado, y la noche, en silencio, es sin duda el mejor momento para hacerlo...

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  5. La próxima vez que me escape del mundo un ratito, que me acueste bajo el techo lleno de estrellas del Teide, pensaré en esto...
    Un abrazote :)


    PD: Le di a enviar comentario antes de tiempo, sorry por dejar dos!

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  6. ¡Exacto…! Cuando te das cuenta de qué es lo que quieres realmente, pensando en un momento así, parece que el esfuerzo por conseguirlo se multiplica :)

    Y con este tema, por otra parte, siempre me viene a la cabeza la frase de "Ten cuidado con lo que deseas. Podría convertirse en realidad". Es una de las cosas a tener en cuenta.

    No te preocupes por el doble comentario, el caso es que ahora todo lo que querías decir está ahí :)

    Un abrazo!

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