—Vamos, hijo —Le indicó a su acompañante mientras le hacía un gesto y se dirigía a la pendiente del borde de Shackleton—. Desde aquí se verá mejor.
Los dos recorrieron una docena de gráciles pasos pendiente arriba y el padre hizo un ademán en dirección opuesta a la que tendría el sol en esos momentos.
—Mira a la Tierra, y dime qué ves.
El hijo se giró a mirar, pero al parecer tardó un rato en darse cuenta:
—¡Halaaa! ¡Hay una parte oscura!
—Sí, ¿verdad? —Casi podía ver la expresión de asombro del niño a través de su escafandra.
—¿Qué es, papá? —Dijo con excitación. El padre esperó un segundo a responder mientras seguía sonriendo.
—Nuestra sombra —Contestó sin dejar de mirar el planeta, dejando que su hijo captara la magnitud de lo que ocurría.
—¿En serio? —Se detuvo a pensar un momento, y se volvió a su padre con la boca abierta— ¿La de toda la Luna?
—Sí —Le miró, feliz de que aprendiera tantas cosas—. Esta vez somos nosotros los que nos interponemos entre ellos y el Sol.
El niño recordó lo que su padre le enseñó desde ese mismo lugar dos semanas atrás, cuando el Sol se encontró justo en el mismo lugar del cielo que ocupaba siempre la Tierra, y ésta lo ocultó por completo. Por unos momentos la oscuridad en la superficie fue total, hasta que de forma totalmente inesperada, un anillo de color rojo brillante rodeó la Tierra, y allí en la Luna todo quedó iluminado en un tenue tono carmesí durante muchos largos minutos.
—Me gustó más la otra vez. No parece que nada allí se haya vuelto rojo… —dijo entornando los ojos hacia el planeta mientras seguía mirando cómo la borrosa sombra lunar lo recorría.
Su padre estuvo de acuerdo.
—Siempre es más espectacular cuando es el Sol el astro ocultado, y la Luna no tiene atmósfera que desvíe la luz roja hacia allá como te expliqué —concedió—. Pero un eclipse como el de hoy, visto desde allí… —Hizo una pausa— Desde la Tierra, la Luna y el Sol tienen casi exactamente el mismo tamaño en el cielo, así que verlos coincidir es algo increíble… Además el cielo, que es normalmente de color azul muy claro, se va oscureciendo por momentos… y uno puede ver la sombra acercarse desde la lejanía mientras un viento frío comienza a acariciarte la piel… —Se giró hacia su hijo y le apoyó la mano en el hombro— Alquilar un exoesqueleto de ayuda a la movilidad aún es caro, pero en cuanto reunamos el dinero y si te pones más fuerte, un día te llevaré a ver uno. —Volvió a girarse hacia la Tierra— Como ves, nuestra sombra nunca cubre a la Tierra completamente, así que la totalidad sólo se ve desde ciertas zonas cada vez y sólo dura unos minutos, pero… ¿Sabes? Allí es un momento bastante especial, porque es el único instante en que pueden verse las estrellas en el cielo con el Sol sobre el horizonte. Y además… al coincidir los tamaños… cuando el Sol está casi cubierto puede verse como una especie de anillo de diamantes, porque su luz aún llega a través de las montañas de la Luna, hasta que se produce la totalidad. Y cuando esto sucede, la corona solar se ve con un brillo impresionante, con unas formas increíbles… casi parece como si se hubiera abierto un agujero en el cielo en el lugar donde estaba el Sol…
Un torrente de lejanos recuerdos y emociones acudió a su mente mientras lo describía, mirando su planeta natal con los ojos humedecidos.
—Es algo, simplemente… maravilloso…